lunes, febrero 26, 2007

Dos momentos pesan hoy en la conciencia del olvido. Dos imágenes gastadas que no logro perfilar. Uno es la bicicleta aparcada en la calle sobre la que cae la lluvia. El otro los zapatos tendidos en el hogar, junto al fuego. Ninguno de los dos termina de ahogarse o de arder. Ninguno de los dos termina de ser falso o cierto. Ninguno de los dos importa y al mismo tiempo son los recuerdos más importantes que jamás podré tener. Ha habido otros, llegarán más, pero palidecerán siempre frente a la bicicleta encendida y los zapatos mojados. Como si ellos contuvieran en su interior algo muy valioso que hubiera, de reconocer, antes que la lluvia y el fuego lo hagan desaparecer.