viernes, marzo 16, 2007

El teléfono sonó dos veces durante la noche. La primera vez me depsertó brucamente. No me asalto la duda de quién era. Estaba seguro de que era A., nadie más tenía aquel número. Decidí no contestar. No traté después de dormir, sabía que no lo lograría. Aún no asomaba la aurora cuando volvió a sonar, el tabaco se me había acabado hacía más de una hora y oteaba la calle esperando a que el camión del agua asomara para tratar de convencer a los barrenderos para que me vendierán algún cigarrillo. Vigilaba al mismo tiempo el cielo deseando que no comenzara a llover. Sonaba el teléfono. Era un timbre sordo y lejano. Alargué mi mano hasta el auricular y descolgué. Escuché su respiración al otro lado. <<¿Estás bien?>> preguntó al cabo de un momento. No me atreví acontestar. <<¿Estás ahí?>> dijo al cabo de un segundo. <<>> respondí <<¿Y tú?>> No esperé a escuchar su respuesta, devolví el auricular a su sitio y tras ponerme la chaqueta bajé a la calle. La noche estaba tranquila y silenciosa. Escuche el rumor escondido del agua y un motor que se encendía en algún lugar cercano. Me pusé a andar lentamente en la dirección de la que creí adivinar provenía aquel ruido. Seguía escuchando en mi cabeza el timbre del teléfono. No me molestaba y no traté de descolgarlo.