domingo, diciembre 31, 2006

Al despertar, paseando por la plaza, he visto a una mujer sentada en un banco. Tenía la cabeza gacha escondida tras su sombrero. En la mano derecha sostenía un cigarrillo que se consumía animado por el aire frío de l amañana. Toda la belleza del universo se concentraba en aquella figura inmovil y la atravesaba para repartirse luego en todas direcciones por el mundo. Me prendí de su quietud y me aleje antes de poder ver su rostro. Antes de arder fulminado por su mirada. He sido feliz de nuevo por un instante y se que esta sensación no desaparecerá con el año que hoy comienza, durará siempre, mientras conserve en mi memoria el recuerdo de esta mañana.

Compruebo que han pasado meses desde mi última anotación. Y vuelvo a esta libreta para anotar en ella que nada ha pasado que deba anotarse. Afortunadamente no sólo puede contarse lo que ocurre, también lo que jamás ha ocurrido.