lunes, enero 22, 2007

Últimos días grises antes de que llegue la primavera, antes de que los rayos de lluvia se transformen en sol. Sobre los tejados flota una voz suave, musitando una vieja historia, recordándome que entre los antiguos el castigo por querer contemplar la belleza de la divinidad era la muerte. Mi castigo, por haberte contemplado estos días, será el mismo y mientras espero al sol de la primavera que amenaza con consumirme diré, antes de que sea tarde, que he conocido la belleza de los dioses, que la he visto contemplarme y que su sabor, cuando se aleja, es amargo, como un día gris de primavera.