martes, enero 02, 2007

Puede que sea la fiebre la que hable hoy por mí. Es un día gris, amargo, invernal. La casa comienza a calentarse pero aún los pies y las manos conservan el frío de las horas sin calefacción. He de franquear la puerta y volver al mundo pero algo me retiene. Noche sin sueños que han debido esconderse en algún lugar de mi cabeza para lo que queda de día. La sensación que me aguarda al final de las escaleras, no saber si es el viento el que mueve las ramas de los árboles o al revés. La necesidad de avanzar fingiendo que conozco la respuesta.